Y escribí un poema largo para hablar de tus ojos
y de cómo te olvidaba una tarde de noviembre observando la lluvia
cortar a la ciudad en varios aluviones;
y también, fui dónde una virgen de metal
a conjurar por la desaparición definitiva de mis manos;
y conseguí que me atendiera el señor que la limpiaba
o recogía las monedas de la tarde,
y a ese señor le deje un poema largo que hablaba de tus ojos
y de cómo te olvidaba una tarde frente a una virgen de metal,
escuchando a Coldplay mientras cruzaba la avenida…
y no te sentí llegar.